miércoles, 27 de febrero de 2013

27/02/2013

El niño que no duerme.

Al igual que en el adulto, en los niños pueden producirse dificultades para iniciar o mantener el sueño. No obstante, éstos raramente se quejan de este problema. Más bien al contrario, suelen estar contentos de permanecer despiertos. Alegría que no suelen compartir los padres.

Natalia R. era una niña de 2 años que acudió a la consulta debido a que presentaba despertares nocturnosfrecuentes. Un año antes había padecido una infección bronquial aguda, proceso durante el cual comenzaron las dificultades para que durmiera toda la noche. Sus padres la acostaban a las 8 de la noche, tras acunarla y permitir que se quedara dormida en los brazos. Una vez se había dormido, la colocaban en la cuna. Aproximadamente dos horas más tarde, se despertaba y lloraba pidiendo alimento. Tras tomar una escasa cantidad de zumo, volvía a dormirse durante dos horas más. El proceso se repetía aproximadamente cada dos horas a lo largo de la noche hasta las 8:30, hora en la que se levantaba. El mismo problema solía tener lugar durante la siesta por la tarde. Con el tiempo, sus padres acordaron ponerla a dormir con ellos en su dormitorio. Hacer que se durmiera se iba haciendo cada vez más costoso, teniendo que tenerla en brazos con la TV encendida. El problema esencial de Natalia consistía en una incapacidad para volver a dormirse cuando se despertaba a media noche, debido a la falta de un aprendizaje adecuado. Sólo era capaz de dormirse si sus padres estaban presentes. Tras un plan de tratamiento siguiendo las líneas que indicamos más abajo, dos semanas más tarde dormía sin dificultadtoda la noche.

Con su comportamiento, los padres de Natalia no le estaban enseñando unos rituales del sueño adecuados. De seguir por ese camino, el sueño de Natalia habría acabado con el de toda la familia.

La iniciación del sueño requiere una compleja coordinación de circunstancias biológicas y de conductas aprendidas: Por un lado, el organismo tiene que estar fisiológicamente preparado para el sueño (situación concreta del ritmo circadiano, temperatura, etc). Se llevan a cabo a continuación algunas conductas, que, seamos conscientes o no, actúan a modo de rituales, tales como colocar bien la almohada, adoptar la posición adecuada, presencia de TV, radio o lectura. Sin estos rituales, lainiciación del sueño no es imposible, pero sí más difícil. Basta con que esta noche, antes de apagar la luz y mientras nos preparamos para dormir, observemos nuestra propia conducta. Dicho en otras palabras, los humanos aprendemos a conciliar el sueño y repetimos dicha conducta noche tras noche. De alguna manera, asociamos conductas al sueño con el fin de facilitar éste. Si estas conductas nos faltan o no las hemos aprendido bien, el sueño se dificulta.

A lo largo de la noche es normal que existan despertares de duración breve, generalmente intercalados entre el sueño REM y el sueño NREM. Al parecer, su función está relacionada con la supervivencia de la especie. Por ejemplo, permiten supervisar brevemente el entorno en el cual dormimos y adoptar una nueva posición corporal. Al reanudarse el sueño nuevamente con rapidez, su duración es lo suficientemente breve como para que a la mañana siguiente no recordemos siquiera que nos llegamos a despertar. Ahora bien, si durante estos despertares advirtiéramos que el entorno ha cambiado, nos despertaríamos de inmediato.

 



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